Ella ya no está

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Ella ya no está.
Destrozada,
abrazando a los monstruos de su cabeza,
tirada debajo de la cama.
Pero no está.
Es que ya no siente,
su corazón dejó de temblar
y pidió tregua a esa larga guerra
entre él y ese absurdo término al que llaman razón.
Quiere dejar de ser masoquista,
y agarrar los pájaros
que habitan ése jardín caótico.

Ella ya no está.
No sé si me entiendes cuando digo
que la Tierra está patas arriba,
que por más que salte cae más bajo
y toca suelo.
El mar la roza cuando alza la vista
y por más que busque
ya no hay horizontes que separen
los dos infiernos.
Ser fuerte era,
en otras palabras,
reír.
¿no éramos acaso todos fuertes?
Quien ríe ahora son sus lágrimas,
se ve que tanto dolor hace cosquillas.

Escucha, ella ya no está.
Ya no sufre, creeme, solo piensa.
Se come la cabeza con mil torturas
y de postre, me han dicho
que toma poesía, ya sabes
para darle sabor dulce al pesimismo.
Mirarse en el espejo nunca dolió tanto
como cuando ves reflejada tu alma,
y no tus ojos.
Para qué mentir, estaba rota.
[qué débil]
Era tan frágil,
que solo con tropezarse con su pasado
se rompió en mil pedazos.
Menuda alma ciega, sigue esperando el abrazo que la reconstruya.

Pero ella ya no está.
No se fue a ningún sitio,
está
[pero no está]
aquí abajo.
No sé dónde, pero en algún lugar
dicen que la oyen suspirar
(¿o llorar?)
De hecho no saben ni si es ella,
sus suspiros (o su llanto)
se confunden con el del resto de almas perdidas,
se ve que no es la única que sangra,
aún así está sola
deambulando por los pasillos de sus recuerdos
y todas las luces están fusionadas,
ningún recuerdo brilla.
Dicen que soledad es la mejor amiga
de su alma, y es la única
la única, digo,
que se ha atrevido a abrazar
a los pedazos sangrientos de su alma,
que dicen que ya está podrida
¿cómo no estarlo?
llevaba años encerrada en ese baúl
al que llaman cuerpo, observando
desde dentro como el mundo se destruía,
y la destrozaba.

Ella ya no está.
Ya no recuerda cómo se camina hacia delante,
pues no sabe alejarse del árbol
dónde vio suicidarse a su felicidad,
que ahora sus espinas están por todo el camino,
y duele.
Creo que duele porque ya no sonríe,
ya no es fuerte
¿lo fue alguna vez?
La cubría una capa de esperanzas,
de esas que te matan primero
para ser ellas las últimas que mueren.
Creo que ya no está segura de cómo se vive
pues solo existe y se autoquema.
No sabe si quiere crecer
o volver a ser pequeña
y desear no crecer más.

Al fin y al cabo, ella ya no está.
Nunca estuvo y
siempre estuvo aquí.
Atrapada,
entre el dolor y la alegría
entre la felicidad y la tristeza
entre la lágrima y la sonrisa
entre la prosa y la poesía.
Siempre estuvo aquí y ya no está.
Siempre estuviste aquí y ya no estás
[¿por qué miento?]
Siempre estuve aquí y ya no estoy.

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